Sinopsi
Agotada la primera edición de Jardín peregrino, y para que esta
segunda reproducción además, justificase su título de edición y
no de reedición; o sea, continuase recogiendo todos los relatos
dispersos y extraviados de Valle-Inclán, le hemos añadido uno
que se nos despistó, «La corte de Estella»(1910). No lo confundan
con un título idéntico que Valle-Inclán publicó, en 1905, en Los
Lunes del Imparcial; no, aquel era una ingeniosa criba de Sonata
de invierno, y este que incluimos quiso ser el inicio de Las banderas del rey, última de las novelas del ciclo la Guerra carlista y que
se quedó en este relato, que incluimos en esta segunda edición,
completando con ello nuestro propósito.
Y precisamente para agasajar a los lectores también hemos sustituido «Un bastardo de Narizotas» (1928) por su reelaboración,
más pulida y bastante más sarcástica —aunque menos rara de
encontrar—, «Correo diplomático» (1933). Ya puestos en materia,
le hemos dado una limpieza general a todas las páginas de erratas y lo hemos impreso de nuevo para que siga cumpliendo su
propósito: subsanar las lagunas en las diferentes obras completas
donde la mayoría de los cuentos y novelas breves integrados aquí
están ausentes.
Por lo demás, el tomo sigue estando dividido en tres bloques; comienza con los cuentos anteriores a que Valle-Inclán se diese a
conocer con Femeninas (1895), dispersos por los periódicos de
la época; continúa con los cuentos sustraídos de las sucesivas
ediciones de Jardín novelesco (1905 y 1908) y que muy raramente volvieron a editarse. Se cierra con seis novelas breves, una
de ellas, «Otra castiza de Samaria» (1929), modificada y reaprovechada en el ciclo Ruedo Ibérico y la otra, «Fin de un revolucionario» (1928), utilizada también para esta trilogía pero solo en
una parte, mientras la otra mitad, quedó entre carpetas y, a veces,
hasta ha aparecido editada en su integridad.
En cuanto las cuatro restantes, pertenecientes también a los
ciclos ya mencionados —«Una tertulia de antaño» (1909) y «La
corte de Estella» (1910) a la Guerra carlista; y «Correo diplomático» (1933) y «El trueno dorado» (1936) al Ruedo ibérico—
quedaron desgajadas y, salvo ediciones ocasionales, raramente pudieron leerse.
Por tanto, Jardín peregrino, mientras modifica y amplia la primera
edición, persevera en su empeño: completar la bibliografía de
Valle-Inclán, en tanto permite, a su vez, seguir nítidamente la evolución de su peculiarísimo estilo, pues sus páginas arrancan con
su primer cuento publicado, «Babel» (1888), y concluyen con su novela póstuma, «El trueno dorado» (1936), a través de casi una veintena de narraciones que abarcan toda su vida de escritor