La trampa de Sylvia Plath (Babelia)

06/03/2023
La trampa de Sylvia Plath (Babelia)

Heather Clark examina en ‘Cometa Rojo’ el legado literario de la poeta para alejarla del mito y devolverla al lugar que jamás debería haber abandonado: el de una de las poetas más importantes del siglo XX


LUCÍA LIJTMAER 04 MAR 2023
La titánica tarea de emprender una biografía exhaustiva sobre la escritora Sylvia Plath se antojaba del todo imposible por varias razones. La primera era que el mito parecía escrito en piedra. Todos sus lectores conocían ya, por libros anteriores, la historia narrada tantas veces: la precoz inteligencia de una niña feliz destrozada por la muerte de su padre a los ocho años, la asfixiante y codependiente relación con una madre dispuesta al sacrificio total por la educación de una hija modelo, la imagen de la joven perfecta de los años cincuenta, rubia, alta, puro sueño americano, manchada por un primer intento de suicidio durante su estadía en Smith College. Por supuesto, también el romance trepidante y posterior matrimonio con el poeta Ted Hughes, su “gigante”, su “pantera”, su Heathcliff, con quien mantuvo una simbiótica relación creativa. También la maternidad, la autoexigencia literaria que produjeron El coloso, Ariel y La campana de cristal, y, finalmente, su suicidio a los 30 años, en febrero de 1963, hace ahora 60 años.

Es el trágico final de su vida el que parece haber marcado otra de las dificultades biográficas. Como narraba Janet Malcolm en La mujer en silencio, un ensayo sobre la imposibilidad de acometer una biografía como la de Sylvia ­Plath, el suicida deja a todos a su alrededor con la palabra en la boca. Pero podríamos añadir que en este caso la suicida queda atrapada, congelada para siempre en el instante final, que se convierte en una pregunta sin respuesta, pero también en una pregunta eternamente planteada por biógrafos, académicos y, en su caso, también la cultura popular. Plath encarna para el inconsciente colectivo el enigma de la mujer sufriente, la medusa aterradora permanentemente al borde de la respuesta que jamás se acaba de esbozar.

Tras la tarea de biografiar a Plath de manera minuciosa —el libro supera las 1.000 páginas— está la voluntad de alejar el mito de la artista demente y trágica y rescatar su enorme inteligencia y genio literario

La vocación de Heather Clark con Cometa rojo —título sacado de su poema ‘Picaduras’— es examinar coherentemente el legado literario de la autora y devolverla al lugar que jamás debería haber abandonado: el de una de las poetas más importantes del siglo XX. Además, hay tras la tarea de biografiar a Plath de manera minuciosa —el libro supera las 1.000 páginas— la voluntad de alejar el mito de la artista demente y trágica y rescatar su enorme inteligencia y genio literario. Es por esto último que se agradece, a diferencia de otras biografías contemporáneas, que esta idea sea el esqueleto sobre el que se sustenta un libro cuya lectura es además increíblemente amena.

Clark, profesora de poesía contemporánea en la Universidad de Huddersfield, cuenta con un libro previo sobre la influencia de Hughes y Plath en sus respectivas obras. Cometa rojo, que le ha llevado cinco años de trabajo, es una biografía sumamente escrupulosa, que incluye textos inéditos hasta ahora, como son algunos diarios y calendarios de Plath, fondos de archivo y material policial, judicial y médico que no se había examinado hasta la fecha. El libro brilla tanto en la precisión como en la intención: al alumbrar por completo la vida de Plath, la rescata de los estereotipos y las lecturas distorsionadas que ha tenido su obra por lo amargo de su final, y la aleja del torrente de biografías, estudios críticos y memorias que se han publicado desde su muerte.

La autora examina con brillantez filológica su obra temprana y el metódico y esforzado empeño en convertirse en una escritora profesional, precisamente lo que anheló toda su vida. Ya sea a través del estudio de W. B. Yeats, T. S. Eliot o la influencia de Robert Lowell, Plath resuena viva en su empeño juvenil y en su tremenda ambición creativa.

Heather Clark sale airosa de lo que ella llama “la trampa de Plath”, ese remolino oscuro que es el mito intrínseco de la autora como enferma mental, que en la poeta se ha achacado a la relación apasionada con Ted Hughes y su final amargo de separación y abandono, o por la imposibilidad de encajar en los dos ideales que tanto anhelaba: la artista sin cortapisas y la madre y amante esposa. Para ello, Clark ataca los fantasmas, incluso los freudianos, con brío. Se repasa el álbum familiar para encontrar trazas biológicas de sus problemas mentales —su abuela fue internada por depresión y posible demencia en 1916— y se retrata, por fin, a sus padres de manera compleja y bien fundamentada bibliográficamente, ya no como meros títeres de una conclusión apresurada.

El libro resulta electrizante porque Sylvia Plath aparece ya no como fantasma sino como una autora vivaz y completa, voraz en sus apetitos y en sus ambiciones, y también en sus dolores

El libro resulta electrizante porque Sylvia Plath aparece ya no como fantasma sino como una autora vivaz y completa, voraz en sus apetitos y en sus ambiciones, y también en sus dolores. Desde nuestra contemporaneidad, resulta hiriente leer cómo se desdeñó su enorme talento literario entre sus contemporáneos y frustrante comprobar cómo fue precisamente su fotografía à la Doris Day junto a uno de sus dos hijos pequeños lo que la llevó inmediatamente a la fama cuando su amigo Al Alvarez publicó sus poemas póstumos junto a la noticia de su suicidio en The Observer. Clark remata el libro, además, con un epílogo magistral en el que se detalla la venenosa estela que dejó para su viudo, Ted Hughes, torturado por la culpa, el legado de Plath: tratar con una obra poéticamente revolucionara a medida que el mito se convertía en gigante y devoraba todo a su paso. El lector llega hasta esas páginas habiéndose despojado de todo prejuicio para comprobar con tristeza cómo, a los albores de una década que iba a cambiar a toda una generación de hombres y mujeres, se levantó una trampa en la que nadie fue inocente.

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