Sinopse
Cuando Dios Padre inventó la eternidad,
no imaginó que podría llegar a hacérsele
bastante pesada: siempre lo mismo y,
sobre todo, siempre la misma música
celestial. Hasta que un día el azar le obligó
a buscar un músico que renovase la
caduca armonía eterna. Entonces
descubrió que otros dioses y algunos
humanos ingeniosos habían desarrollado a
lo largo de los siglos muchas posibilidades
de jugar con los sonidos. Quedó
maravillado con lo que pudo escuchar e
inmediatamente quiso contratar para su
paraíso al músico capaz de componer una
música eterna, así es que convocó unas
oposiciones que resultaron históricas por la calidad de quienes se
presentaron a ocupar el prestigioso puesto para lo que quede de eternidad.
La farsa imaginada por Pepe Rey se mueve entre las bromas y las veras,
resultando tan recomendable para chicos como para grandes. El viejo ideal
horaciano de «enseñar deleitando» se materializa en un texto entre erudito y
burlón sazonado con humor inteligente.