Sinopsis
El título hace referencia a los Panoptika, que eran gabinetes de curiosida-des, cuartos de maravillas o simplemente muebles en los que algunos nobles y burgueses de otro tiempo coleccionaban objetos exóticos de todos los rincones de la tierra. También se llamaba así a otros raros reper-torios, los antiguos Museos de Figuras de Cera. Este libro reúne algunas de las mejores semblanzas del escritor austriaco, producto de su expe-riencia como corresponsal por buena parte de Europa, donde se mezcló con todo el mundo, viajando en cualquier medio de transporte, alojándose en los hoteles más variopintos y trabajando siempre en la mesa de algún café rodeado de gente que le hablaba sin parar en cualquier idioma.
El apuntador que de pronto salta al escenario para dirigir a los actores, el hombre que anuncia el coche más rápido del mundo y que por culpa del car-tón que cubre todo su cuerpo avanza por la calle a paso de tortuga, un faquir egipcio que malvive por culpa de los impuestos, adivinadoras, reinas de belle-za, reporteras de moda... son sólo algunas de estas miniaturas aceradas, tier-nas y divertidas, en las que, como si se tratara de las teselas de un mosaico, se refleja toda una época. En este preciso y precioso recorrido aparecen tam-bién dispositivos míticos de la época, como la Linterna Mágica o el Weltpano-rama, que permitía ver lugares remotos a personas que entonces ni soñaban con viajar, y no falta el horror de aquellos años, como el del texto titulado «Los hijos de los desterrados», en el que el propio Roth acompaña a un hombre y a su hijo pequeño, judío, a la comisaría en París, donde el padre ha sido citado.